sábado, 10 de noviembre de 2012

El ''boom'' latinoamericano empezó con El Quijote

Abad Faciolince afirma que el ''boom'' latinoamericano fue fecundo porque produjo un híbrido en la literatura española.

ALICANTE, ESPAÑA (09/NOV/2012).- Los escritores Alonso Cueto, de Perú, y Marcelo Birmajer, de Argentina, manifestaron hoy que el llamado "boom" latinoamericano, fenómeno que abrió la literatura de esa región al mundo en los 60, empezó y se anticipó con la segunda parte del "Quijote", que contribuyó a la "libertad del lenguaje".

Cueto y Birmajer, junto con el autor colombiano Héctor Abad Faciolince, ofrecieron una rueda de prensa en Alicante (este de España) con motivo de su participación en el congreso internacional "el canon del boom", que se celebra de forma paralela en otras siete ciudades españolas.

Abad Faciolince afirmó que el "boom" latinoamericano fue "fecundo" porque produjo "un híbrido" en la literatura española después de la muerte de Franco y consideró que en la actualidad el "boom" es Internet, un medio tecnológico que ha cambiado "la manera de pensar y de escribir", y cuya incidencia es, a su juicio, todavía imprevisible.

A este respecto, el peruano Cueto dijo que "la literatura no ha muerto frente a la red audiovisual", subrayó que el escritor se ha de "reencontrar" con sus lectores y afirmó que ahora se "lee más que nunca".

En su opinión, la literatura seguirá existiendo en la medida en que "cada ser humano tiene que contar una historia distinta" y señaló que, a diferencia de los autores del "boom" latinoamericano, que representaron una "ruptura" con las generaciones anteriores, los escritores actuales deben buscar una forma personal de narrar.

Sobre la influencia de la literatura en la conciencia política en América Latina, Cueto indicó que "la utopía ha desaparecido" y los escritores latinoamericanos son ahora "más realistas" que los del "boom", al tratar de conseguir "un mundo menos imperfecto".

Por su parte, Faciolince indicó que los autores hispanoamericanos son más "escépticos y retraídos" y "menos beligerantes" que los de la década de los sesenta, porque han visto "el fracaso político" de algunos de los escritores más significativos de dicho movimiento literario.

Dentro de esa reflexión, Birmajer resaltó que el "primer mandamiento" de un escritor es "contar una buena historia", reveló que en su literatura figura la defensa de la libertad de expresión y detalló que el pensamiento político de un autor se dilucida en su obra.

También opinó que el capítulo del libro de Miguel de Cervantes en el que Don Quijote libera a los esclavos es un reflejo de la revolución hispanoamericana.

Sobre la celebración del cincuenta aniversario del "boom", marcado por la publicación de la novela "La ciudad y los perros", del Premio Nobel de Literatura Mario Vargas Llosa, Faciolince destacó que son "nietos y biznietos del siglo de Oro" español.

"Con el 'boom' se iluminó el pasado y se abrió el camino" a unas "obras magistrales" procedentes de una región de la tierra, "la periferia", donde en la década de los sesenta era más conocida por las revueltas y los desórdenes políticos y sociales, precisó.

En su opinión, este fenómeno literario permitió también la irrupción de "otros escritores del Tercer Mundo: árabes, africanos y del medio y lejano oriente".

A su juicio, el "boom" "puso a los satélites en el lugar de los planetas, al menos en algún momento".

Por su parte, Cueto explicó que a los autores del "boom" les une la "transformación del castellano" y el cambio que impusieron en la forma de narrar y en la visión del ser humano y de su relación con el mundo.

Mientras, Birmajer estimó que ese movimiento literario ha representado "una voz" y una "llama de libertad" del lenguaje que se extendió luego al mundo político con la implantación de la democracia en América Latina.

FUENTE
EL INFORMADOR (MÉXICO)

jueves, 8 de noviembre de 2012

ANIVERSARIO - Bram Stoker: 165 años del creador del vampiro moderno

El creador del mito vampírico de Drácula, nacido hace hoy 165 años, fue un niño enfermizo que, a fuerza de voluntad de superación, hasta hizo sus pinitos como atleta. Pero fueron las historias de terror con las que su madre lo distraía en sus largas convalecencias lo que modeló de forma decisiva la existencia de Bram Stoker.

 
Bram Stoker se convirtió en inmortal en el momento en el que engendró el personaje principal de su gran obra maestra, Drácula. Oscar Wilde dijo de ella que era la novela más bella escrita jamás y fue la propia obra y, sobre todo, el mito del vampiro ideado por Bram Stoker en 1897, lo que eclipsó a su autor convirtiéndolo en el claro ejemplo de creador devorado por la criatura. Drácula no fue solo una obra literaria de la época victoriana. Fue mucho más. Desencadenó la pluma de Bram Stoker una efervescente pasión por el folclore rumano, el ocultismo, los orígenes de este personaje de ficción marcado por su cercanía a la muerte, a la sangre, a la enfermedad y al erotismo.

No es que Bram Stoker sea un escritor merecedor de figurar en el top ten de la literatura universal, pero sí tiene una producción apreciable como para ser tenido en cuenta. Sin embargo, los cien años que han pasado desde su muerte -el 20 de abril de 1912- no han añadido postergación al arrumbamiento. Bram Stoker ya murió enfermo, olvidado y pobre en una pensión londinense mientras su novela mayor, Drácula, se reeditaba con éxito razonable. El Drácula de Bram Stoker fue uno de los mitos literarios que mejor ha arraigado en el imaginario colectivo hasta el punto de que mantiene hoy plena vigencia y sigue generando nuevas recreaciones artísticas y subproductos tanto culturales como de ocio.
Dicen sus allegados que en su último aliento Bram Stoker murmuraba «strigoi, strigoi» («espíritu maligno», en rumano) mientras apuntaba con el dedo a un lugar en penumbra de la habitación. La escena recuerda a los tristes años finales del actor Bela Lugosi (quien mejor puso rostro a Drácula), abandonado en una residencia y con confusión de personalidad, que tan acertadamente homenajeó el cineasta Tim Burton en su bello pero irregular filme Ed Wood.

Nacido el 8 de noviembre de 1847 en Clontarf, un pueblecito que entonces aún no había sido absorbido por Dublín, Bram Stoker fue un niño enfermizo. Y en las largas horas de cama, convalecencia y melancolía fraguó un carácter imaginativo y amante de lo oculto, alentado por las historias de terror de tradición gaélica que su madre le contaba para animar sus tediosos días. La invalidez llevó a Bram Stoker a la voluntad de superación, pero fue esta propensión a la fantasía, mezclada con el rigor que le proporcionaron sus brillantes estudios de matemáticas en el Trinity College y desbordada por la fascinación que le provocó en 1871 una obra de la pareja de dramaturgos franceses Erckmann-Chatrian, la que lo conducirá a abandonar su seguro puesto de funcionario local en Dublín (como lo fue su padre). La impresión que le produjo a Bram Stoker la interpretación de sir Henry Irving en aquella representación teatral lo alentó a publicar su primer trabajo como crítico en prensa y, de ahí, a conocer a su admirado actor. Poco tiempo después, este le propuso que ejerciese como su agente y secretario y finalmente mánager del Lyceum Theatre, tarea que obligó a Bram Stoker a trasladarse a Londres, donde se instaló con su esposa, la actriz Florence Balcombe (la misma que fue novia de Oscar Wilde, buen amigo del escritor).

Bram Stoker y Henry Irving, el tirano

Bram Stoker se convirtió así en mánager, confidente y hasta esclavo de Irving, a quien terminó dedicando buena parte de su vida (alrededor de 30 años). Es más, su actitud tiránica se cree que pudo inspirar, como personalidad vampírica, la construcción de Drácula. De hecho, dicen que el motor de la escritura de la novela fue un desafío del actor a Bram Stoker.
Eso sí, vista la fuerza de sus imágenes, el andamiaje del libro tiene mucho que ver con los conocimientos que del mundo teatral adquirió Bram Stoker. En el poder de la atmósfera, y de su personaje (que revisita la figura de Vlad Tepes, el Empalador), reside precisamente la clave del éxito. Bram Stoker fue miembro de la sociedad secreta The Golden Dawn, como lo fueron Yeats, Conan Doyle, Machen, Haggard, Meyrink, Blackwood o Crowley, quien con su espíritu libre y sus polémicas dinamitó el ocultismo de esta fraternidad de magia ceremonial.

Bram Stoker y sus ensayos de Drácula

Al contrario de lo que se ha dicho, la primera aparición literaria del gran personaje de Bram Stoker no hay que buscarla obsesivamente en el relato El invitado de Drácula. Este cuento, independiente y no desgajado del cuerpo principal como se pensó, fue escrito de forma paralela por Bram Stoker mientras diseñaba su obra mayor y trabajaba en las notas para acometerla, casi como un ensayo.

Dos años después de la muerte de Bram Stoker, el relato fue incluido por su viuda, Florence Balcombe, necesitada de dinero, en un volumen que reunía varias piezas breves. Bram Stoker da cuenta de una aventura en los alrededores de Múnich del invitado inglés de Drácula que movido por su escepticismo se adentra en un valle en busca de un pueblo maldito para los habitantes de la zona, y lo hace además a solo unas horas de la noche de Walpurgis.
No es el único cuento notable del ramillete. Diría más, Bram Stoker tiene en El entierro de las ratas uno de sus grandes hitos creativos más allá de la antología que edita el sello coruñés Ediciones del Viento (siguiendo la versión original de 1914 y en una nueva traducción).
El invitado de Drácula fue la única novedad editorial en España con motivo del centenario de la muerte de Bram Stoker, el pasado mes de junio -ocasión que la Fundación Luis Seoane aprovechó para para reivindicar el legado del escritor irlandés con la exposición Drácula. Un monstruo sin reflejo-, si bien durante los últimos años, con la resucitada fiebre por los vampiros, sí han ido surgiendo otras obras relacionadas con el legado se Stoker. En el 2009, su sobrino biznieto Dacre Stoker recuperó con Drácula, el no muerto el origen del mito con una visión «más actual» y aseguró estar así cumpliendo el deseo secreto de su antepasado, «mantener viva la historia». Valdemar, además, presentó otra versión de Drácula que incluye cuatro piezas reunidas por primera vez por el estudioso Peter Haining. El sello especializado en literatura fantástica tiene además una edición muy recomendable de Drácula de Bram Stoker, preparada por Óscar Palmer.

Drácula: el origen del mito

Pero, ¿Quién es Drácula? ¿Existió? ¿Es una pura invención de Bram Stoker o tiene precedentes? Más allá de que Bram Stoker se inspirara en el asombroso príncipe rumano (también llamado Vlad Draculea), que vivió entre 1431 y 1476 y fue famoso por empalar a sus víctimas, Drácula no es más que un vampiro, una criatura siniestra que se alimenta de la vida de otra, un cadáver que abandona la tumba aprovechando la noche para succionar la sangre de los vivos.
Esta palabreja (vampir) surge antes de Bram Stoker en letra impresa en Alemania, pero ya en torno al año 200 Filóstrato el Viejo traza en Vida de Apolonio de Tiana el primer esbozo de cuento de vampiros cuando relata la historia del enamoramiento inducido de Menipo de Licia. Lo que resulta más complejo es averiguar el origen de la figura, que se pierde en el rastro de los tiempos antiguos entre demonios, muertos vivientes, fantasmas chupasangres más o menos corpóreos, diosecillos de dudosa catadura... Así, como recuerda Jacobo Siruela en el ensayo que abre la antología de cuentos que preparó sobre Vampiros (Atalanta, 2010), las culturas china, babilónica, hebrea, islámica, griega guardan un lugar para, sea cual sea su aspecto físico, sus características, una criatura cuya existencia está indefectiblemente marcada por la muerte, la sangre y un insoslayable componente erótico.

De la tradición folclórica al cine

La construcción del mito que popularizó Bram Stoker se va consolidando muchas veces asociada a la aparición de epidemias, plagas, la peste, la superstición y los miedos atávicos colectivos que favorecen su propagación entre el pueblo, como el propio contagio hace con la muerte, la violencia y la locura. Un escenario típicamente medieval que contaminaba el acervo popular en la Europa oriental y que vino de perlas a románticos, ávidos de paisajes góticos para componer sus historias de necrofagia, sexualidad, pecado y horror. Sin embargo, no puede obviarse que la incorruptibilidad de la carne remite en el fondo a las ansias de infinitud del alma y, recuerda Siruela, a aquellas palabras de Cristo que fueron y son, después de Bram Stoker, el sustento de la consagración de la misa: «Aquel que coma mi carne y beba mi sangre tendrá la vida eterna». Tabú demoniaco el ideado por Bram Stoker, la promesa de inmortalidad, contra el que tanto advierte, pero tanto fomentó, la propia Biblia.
Una lenta metamorfosis lleva al vampiro, hecho popular hace un siglo por Bram Stoker, a ir abandonando los atributos animales (alas, garras, cola de pez, ojos llameantes, similitudes con el murciélago) y lo acerca hacia una morfología netamente humana (ojos inflamados, tez cerúlea, orejas puntiagudas, uñas afiladas, cuerpo delgado y encorvado, rostro feo, labios gruesos y rojos, dientes grandes y afilados). Es esta descripción la que refrenda Drácula, que ayuda al vampiro a dar el decisivo salto a la literatura desde la oralidad de raigrambre rural a la que lo confinó, demonizándolo, la Iglesia cristiana.
Bram Stoker sentó el canon iconográfico al tomar la tradición folclórica y tamizarla en el cedazo de los modelos de corte aristocrático creados por Polidori (secretario de Byron) y Rumer. Una imagen que está muy próxima a la que Murnau le confiere a Nosferatu en su filme de 1922, en parte gracias a la genial interpretación de Max Schreck. Inspirada directamente en Drácula (el cineasta cambió el nombre para evitar responder por los derechos de autor ante la viuda de Bram Stoker), esta cima de la escuela expresionista alemana inaugura la fulgurante carrera cinematográfica del personaje. La aportación posterior de Bela Lugosi (dirigido en 1931 por Tod Browning) será definitiva en el esfuerzo por profundizar en la humanización: la dignidad mortificada del héroe trágico acerca a Drácula al seductor clásico, que ya en contadas ocasiones aparecerá como un ser abyecto y horrendo. La recreación de Coppola de 1992, Drácula, de Bram Stoker, sí dará a Gary Oldman esa tortura física de la transformación cual remedo del doctor Jekyll y míster Hyde.

FUENTE
LA VOZ DE GALICIA

martes, 6 de noviembre de 2012

“El ‘boom’ aportó algo novedoso y creativo a la literatura moderna”, dice Vargas Llosa


Como al principio de los tiempos, el origen fue el verbo. Pronunciado en los muchos acentos de ese crisol de localismos que toman forma en el español, este se convirtió hace medio siglo en el mayor movimiento literario latinoamericano surgido hasta la fecha, ese que convino en llamarse como el boom. “¿Quiere decir este nombre que surge como una explosión?”, se preguntaba ayer Mario Vargas Llosa. “Desde luego que no: fue un reconocimiento de que América Latina no solo producía dictadores o el mambo, sino también una literatura que aportaba algo novedoso, original y creativo a la literatura moderna”. El premio Nobel peruano, quien con su primera novela, La ciudad y los perros, (publicada precisamente ahora hace 50 años) colaboró en la creación y desarrollo de aquel fenómeno, pronunció ayer en la Casa de América de Madrid la conferencia inaugural de un congreso internacional, El Canon del boom, organizado por la cátedra Vargas Llosa y Acción Cultural Española, que busca revisitar aquellos autores y aquellas obras que dieron lugar a una nueva forma de contar la historia y las historias, con las raíces hundidas en la propia tierra para crecer en el sentido del mundo.
Presidida por los Príncipes de Asturias, don Felipe y doña Letizia de Borbón, la ceremonia de ayer abrió paso a un ciclo conferencias que se celebrarán hasta el día 10 en ocho universidades españolas, las que le han concedido el doctorado Honoris Causa a Vargas Llosa, que se acompañarán de una serie de mesas redondas en la Casa de América de Madrid, todo ello de la mano de 46 escritores y críticos. En la ceremonia de apertura también participaron el secretario de Estado de Cultura, José María Lassalle, que quiso subrayar la importancia de la unión intercontinental -“Nos sentimos iberoamericanos”, dijo- y el periodista y escritor Juan José Armas Marcelo, presidente de la cátedra Vargas Llosa, que quiso reivindicar a Carlos Fuentes y Julio Cortázar como dos premios Nobel por derecho propio, aunque nunca lo recibieran.
También para ellos tuvo palabras Vargas Llosa en su discurso, así como para el resto de los grandes nombres del boom, la mayoría de los cuales el propio autor (él mismo uno de esos grandes nombres) tuvo la oportunidad de conocer, y de los que desveló una infinidad de anécdotas. Comenzando por Cortázar, Vargas Llosa viajó en el tiempo y en el espacio a Borges, Carlos Fuentes o García Márquez, sin olvidar a los escritores que décadas antes les abrían a ellos el camino, y cuyo reconocimiento se situó paralelo a los orígenes del boom en los sesenta: Alejo Carpentier, Guillermo Cabrera Infante, José Lezama Lima o Joao Guimaraes Rosa. Se refirió el escritor además a la ciudad de Barcelona, en la que dijo haber vivido “los cinco mejores años” de su existencia en la década de los setenta, y que tomó el relevo a París como capital literaria gracias al esfuerzo de apertura y la ambición cosmopolita de editores como Seix Barral o Carmen Balcells, su agente y la instigadora de su mudanza a la capital catalana desde Londres, y donde entraría en contacto con las letras latinoamericanas, hasta entoces desconocidas incluso dentro del propio continente.
“El boom no fue solamente los buenos libros que entonces se escribieron, la presencia que Latinoamérica ganó o la relevancia que el mundo empezó a dar a es hermosa lengua que es la nuestra”, concluyó Vargas Llosa “sino también esa otra parte, las relaciones entre los protagonistas. Es hermosa la amistad, la experiencia de compartir sueños y de dar juntos esa batalla común por la ficción. Porque ya lo saben ustedes, la literatura y la cultura es mucho más que un entretenimiento o un placer: es una fuente de civilización y progreso”.

FUENTE
EL PAIS (ESPAÑA)

sábado, 3 de noviembre de 2012

La edad mínima para ingresar al secundario de jóvenes y adultos será de 18 años


El Consejo General de Educación elevó a 18 años la edad de ingreso a las Escuelas Secundarias para Jóvenes y Adultos (ESJA), salvo casos excepcionales, teniendo en cuenta el escenario complejo producido por las excesivas y reiteradas situaciones de pases de estudiantes de Escuelas Secundarias Orientadas a la modalidad ESJA, que no respetan las características propias del sujeto pedagógico destinado a tal modalidad. Lo dispuso a través de la Resolución Nº 3412/12 del 15 de octubre.
Cabe recordar que la Resolución Nº 4.000/11 del CGE que aprueba el Diseño Curricular de la ESJA en Entre Ríos y que establece que “históricamente esta modalidad asumía como su principal sentido la inclusión de aquellos jóvenes y adultos que, por su edad y dificultades en su trayectoria escolar, quedaban fuera del sistema … en la actualidad además la ESJA se resignifica al considerar (además de ese espíritu) la obligatoriedad de la educación secundaria y las situaciones diversas por las que los adolescentes, jóvenes y adultos quedan excluidos del sistema”.
A su vez el Consejo Federal de Educación (CFE), entidad que nuclea a los Ministros de Educación de toda las provincias, por Resolución 118/10 CFE plantea que a partir del 2015 “el ingreso al nivel secundario de la ESJA, sólo será admisible para los mayores de 18 años” y esta misma Resolución del CFE sostiene que entre los sujetos destinatarios de la ESJA se encuentra una numerosa población entre 14 y 18 “de este modo se presenta en el aula una distancia significativa entre la cultura de los jóvenes y la adulta, sus intereses en relación al estudio, las experiencias de vida previas e incluso entre las diversas culturas juveniles. Todo ello, complejiza las situaciones de enseñanza y requiere formas organizativas y propuestas educativas diferenciadas”.
Definiciones del CGE
Ante estas consideraciones la Resolución Nº 3412/12 CGE considera prioritario que el ingreso de a la ESJA se produzca para estudiantes mayores de 18 años, habilitando el ingreso a 1º año de la modalidad con 16 y 17 años de edad, exclusivamente en los casos de aquellos jóvenes que se encuentran inmersos en situaciones excepcionales, previo informe de competencia por parte de la Supervisión de Nivel y dictado de Disposición correspondiente de la Dirección Departamental de Escuelas y/o la Dirección de Educación de Gestión Privada según corresponda.
También especifica la normativa que los pases de alumnos que asistan o hayan asistido a Escuelas de Educación Secundaria Orientada, Escuelas de Educación Técnica y Agrotécnica y Escuelas de Arte, se podrá otorgar si cumplen los requisitos de:
- Para ingresar al 1º año de la ESJA, deberán haber promovido el 1º o 2º año en Bachillerato Orientado, de Educación Técnica y Agrotécnica o Escuelas de Arte.
- Para ingresar al 2º año de la ESJA, deberán haber promovido el 3º año en Bachillerato Orientado, de Educación Técnica y Agrotécnica o Escuelas de Arte.
- Para ingresar al 3º año de la ESJA, deberán haber promovido el 4º año en Bachillerato Orientado, de Educación Técnica y Agrotécnica o Escuelas de Arte.

FUENTE
CGE